martes, 21 de marzo de 2017

Sobre hombres y dioses: la vida en la polis

¡Qué maravilla de día hemos pasado hoy en Atenas! Lo cierto es que estamos súper cansados pero es que no hemos parado desde las 9 de la mañana. A esa hora en punto, Chisto, el conductor, y Nikos, nuestro guía, estaban esperándonos en la puerta del hotel con un programa muy completo y, sobre todo, precioso. Hoy era el día en el que visitaríamos el que fue el centro político de Europa (y Asia occidental) de la Antigüedad Clásica.

De camino al Museo Acrópolis, hemos hecho una parada técnica en el Estadio Panathinaikó. Esta impresionante construcción levantada en mármol blanco y con forma de herradura se encuentra enfrente de los Jardines Nacionales. El primer estadio en este lugar de la ciudad fue construido en el año 330 a. C y estaba hecho de madera. La construcción de mármol, de la que el estadio actual es una copia exacta, fue realizada por Herodes Ático, y era utilizada en la celebración de competiciones deportivas que tenían lugar durante las Panateneas. El estadio actual, que tiene un aforo aproximado de 60.000 personas, se construyó entre 1869 y 1870 para los primeros Juegos Olímpicos de nuestra era, celebrados en 1896.

Una vez hechas las fotos y vídeos boomerang oportunos, hemos seguido nuestro camino hasta el Museo Acrópolis. Su estilo moderno fue objeto de muchas críticas en los años posteriores a su construcción (2007), pero precisamente la idea de crear un espacio neutro quería hacer resaltar las maravillosas 4.000 piezas arqueológicas en él expuestas. El último piso tiene las dimensiones del Partenón y está orientado hacia él. Podemos encontrar algunas de las piezas originales –como las hermosas Cariátides- que la codicia inglesa no pudo llevar al Museo Británico.

Terminada la visita, nos hemos dirigido a la estrella protagonista de hoy: la Acrópolis. Es el símbolo de Atenas, la roca sagrada, el punto de unión entre la civilización clásica y la actual. Los monumentos existentes hoy en ella abarcan un período de tiempo que se extiende desde la época prehistórica hasta los años de la Antigüedad Clásica. Se trata de una experiencia única e inolvidable pasear por el que fue el centro político y religioso de Atenas, que vio nacer la democracia, los debates políticos, la participación ciudadana, las invasiones persas, las victorias griegas y las ocupaciones turcas. De verdad que contemplar desde su cima la ciudad a los pies es una sensación tan especial que, a algunos, nos ha encogido el corazón. Allí mismo hemos contemplado el Partenón, obra maestra de la arquitectura mundial: es lo que se percibe desde el momento en que se llega frente a él y se conocen la historia y los secretos de su construcción. Este templo único estaba dedicado a la diosa Atenea y fue construido en mármol pentélico blanco. Bajo el Partenón de los años clásicos, existen ruinas del monumental Partenón anterior, un templo arcaico que data del siglo VI a.C.

Plaka ha sido nuestro siguiente destino, donde finalmente probaríamos los famosos Gyros (el Kebab griego). Este es el barrio más antiguo de Atenas, conocido como “el barrio de los dioses”, y cuenta con un ambiente muy especial. No se sabe muy bien de dónde viene el nombre pero según la teoría más aceptada, Plaka debe su nombre a una gran placa de piedra que fue encontrada en la zona cercana al Teatro de Dionisio. Su arquitectura, los pequeños comercios y restaurantes, el trasiego de atenienses y extranjeros le dan a esta zona de la ciudad un toque único y distintivo. Es fácil sentirse un griego paseando, comiendo y comprado en sus calles. Por cierto, contad con algún regalito, vuestros niños dicen que os lo merecéis todo J. Nuestro punto de encuentro ha sido la Plaza Monastiraki, que junto a Omonia y Sintagma, forman el triángulo de oro ateniense.

Esta última es la plaza central de la ciudad, donde en 1843 el pueblo pidió al rey Otón la redacción de una Constitución para el país. Es el centro de actividad de la ciudad y en ella se encuentra el Parlamento, que presencia cada hora el cambio de guardia de los soldados frente al monumento dedicado al “Soldado desconocido”. Hemos podido verlo en directo y tanto sus trajes como el peculiar desfile que realizan con el cambio, nos han fascinado. Hasta hemos podido hacernos una foto, pero eso sí, sin acercarnos demasiado.

Después del cambio de guardia, nuestras piernas han decidido que se plantaban; querían volver al hotel después de una jornada muy intensa. Desde la Plaza Sintagma hasta el hotel sólo hay unos 10 minutos a pie, y se nos han hecho realmente amenos pues en el camino nos hemos topado con La Academia, la Universidad y la Biblioteca Nacional. Cuando nuestros cuerpos serranos han llegado al hotel, han pedido un ratito de cama. A las 9 teníamos la cena y, al igual que ayer, había mucha variedad y también calidad. Por cierto, lo mejor, ¡los postres!

A estas horas de la noche, los protagonistas del viaje deberían estar ya durmiendo en sus camas, pero siendo realistas, seguramente estén dando un poco guerra antes de acostarse… Se portan fenomenal, pero no sabemos si duermen todas las horas que deberían ;) Están muy contentos y eso es lo que más nos importa.

Cerramos esta entrada con nuestra sección INCREÍBLE, ¡PERO CIERTO!

1) Se dice, se comenta, se rumorea que los cristales del Museo Acrópolis están tan limpios que no se ven. Tanto es así que alguno se lleva de recuerdo a España un pequeño chichón (tranquilos, no ha sido nada: el ruido y las risas).
2) En el viaje no somos 16, ¡sino 17! Nuestra colega, la bandera de España, no nos abandona nunca y podréis ver qué contenta está en un montón fotos ;)
3) En Atenas puedes comer unos Gyros increíbles por 2 euros. Ricos no, ¡riquísimos!
4) ¿Sabéis cuál es el límite de un adolescente haciéndose fotos? Nosotras tampoco. Intuimos que NO TIENEEEEN… Increíble, pero cierto.

¡Buenas noches a todos!


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