¡Qué maravilla de
día hemos pasado hoy en Atenas! Lo cierto es que estamos súper cansados pero es
que no hemos parado desde las 9 de la mañana. A esa hora en punto, Chisto, el
conductor, y Nikos, nuestro guía, estaban esperándonos en la puerta del hotel
con un programa muy completo y, sobre todo, precioso. Hoy era el día en el que
visitaríamos el que fue el centro político de Europa (y Asia occidental) de la Antigüedad
Clásica.
De camino al
Museo Acrópolis, hemos hecho una parada técnica en el Estadio Panathinaikó. Esta
impresionante construcción levantada en mármol blanco y con forma de herradura
se encuentra enfrente de los Jardines Nacionales. El primer estadio en este
lugar de la ciudad fue construido en el año 330 a. C y estaba hecho de madera.
La construcción de mármol, de la que el estadio actual es una copia exacta, fue
realizada por Herodes Ático, y era utilizada en la celebración de competiciones
deportivas que tenían lugar durante las Panateneas. El estadio actual, que tiene
un aforo aproximado de 60.000 personas, se construyó entre 1869 y 1870 para los
primeros Juegos Olímpicos de nuestra era, celebrados en 1896.
Una vez hechas
las fotos y vídeos boomerang oportunos, hemos seguido nuestro camino hasta el
Museo Acrópolis. Su estilo moderno fue objeto de muchas críticas en los años
posteriores a su construcción (2007), pero precisamente la idea de crear un
espacio neutro quería hacer resaltar las maravillosas 4.000 piezas
arqueológicas en él expuestas. El último piso tiene las dimensiones del
Partenón y está orientado hacia él. Podemos encontrar algunas de las piezas
originales –como las hermosas Cariátides- que la codicia inglesa no pudo llevar
al Museo Británico.
Terminada la
visita, nos hemos dirigido a la estrella protagonista de hoy: la Acrópolis. Es
el símbolo de Atenas, la roca sagrada, el punto de unión entre la civilización
clásica y la actual. Los monumentos existentes hoy en ella abarcan un período
de tiempo que se extiende desde la época prehistórica hasta los años de la Antigüedad
Clásica. Se trata de una experiencia única e inolvidable pasear por el que fue
el centro político y religioso de Atenas, que vio nacer la democracia, los
debates políticos, la participación ciudadana, las invasiones persas, las
victorias griegas y las ocupaciones turcas. De verdad que contemplar desde su
cima la ciudad a los pies es una sensación tan especial que, a algunos, nos ha
encogido el corazón. Allí mismo hemos contemplado el Partenón, obra maestra de
la arquitectura mundial: es lo que se percibe desde el momento en que se llega
frente a él y se conocen la historia y los secretos de su construcción. Este
templo único estaba dedicado a la diosa Atenea y fue construido en mármol
pentélico blanco. Bajo el Partenón de los años clásicos, existen ruinas del
monumental Partenón anterior, un templo arcaico que data del siglo VI a.C.
Plaka ha sido
nuestro siguiente destino, donde finalmente probaríamos los famosos Gyros (el
Kebab griego). Este es el barrio más antiguo de Atenas, conocido como “el
barrio de los dioses”, y cuenta con un ambiente muy especial. No se sabe muy
bien de dónde viene el nombre pero según la teoría más aceptada, Plaka debe su
nombre a una gran placa de piedra que fue encontrada en la zona cercana al
Teatro de Dionisio. Su arquitectura, los pequeños comercios y restaurantes, el
trasiego de atenienses y extranjeros le dan a esta zona de la ciudad un toque
único y distintivo. Es fácil sentirse un griego paseando, comiendo y comprado
en sus calles. Por cierto, contad con algún regalito, vuestros niños dicen que
os lo merecéis todo J. Nuestro punto de encuentro ha sido la Plaza
Monastiraki, que junto a Omonia y Sintagma, forman el triángulo de oro
ateniense.
Esta última es la
plaza central de la ciudad, donde en 1843 el pueblo pidió al rey Otón la
redacción de una Constitución para el país. Es el centro de actividad de la
ciudad y en ella se encuentra el Parlamento, que presencia cada hora el cambio
de guardia de los soldados frente al monumento dedicado al “Soldado desconocido”.
Hemos podido verlo en directo y tanto sus trajes como el peculiar desfile que
realizan con el cambio, nos han fascinado. Hasta hemos podido hacernos una
foto, pero eso sí, sin acercarnos demasiado.
Después del
cambio de guardia, nuestras piernas han decidido que se plantaban; querían
volver al hotel después de una jornada muy intensa. Desde la Plaza Sintagma
hasta el hotel sólo hay unos 10 minutos a pie, y se nos han hecho realmente
amenos pues en el camino nos hemos topado con La Academia, la Universidad y la
Biblioteca Nacional. Cuando nuestros cuerpos serranos han llegado al hotel, han
pedido un ratito de cama. A las 9 teníamos la cena y, al igual que ayer, había
mucha variedad y también calidad. Por cierto, lo mejor, ¡los postres!
A estas horas de
la noche, los protagonistas del viaje deberían estar ya durmiendo en sus camas,
pero siendo realistas, seguramente estén dando un poco guerra antes de
acostarse… Se portan fenomenal, pero no sabemos si duermen todas las horas que deberían
;) Están muy contentos y eso es lo que más nos importa.
Cerramos esta
entrada con nuestra sección INCREÍBLE, ¡PERO CIERTO!
1) Se
dice, se comenta, se rumorea que los cristales del Museo Acrópolis están tan
limpios que no se ven. Tanto es así que alguno se lleva de recuerdo a España un
pequeño chichón (tranquilos, no ha sido nada: el ruido y las risas).
2) En el
viaje no somos 16, ¡sino 17! Nuestra colega, la bandera de España, no nos
abandona nunca y podréis ver qué contenta está en un montón fotos ;)
3) En
Atenas puedes comer unos Gyros increíbles por 2 euros. Ricos no, ¡riquísimos!
4) ¿Sabéis
cuál es el límite de un adolescente haciéndose fotos? Nosotras tampoco.
Intuimos que NO TIENEEEEN… Increíble, pero cierto.
¡Buenas noches a
todos!
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